Conferencia de J. L. en la Facultad de Psicología (U.B.A.), del
S de noviembre de 1990. Organizada como primera actividad
del "Encuentro con J. Laplanche"(realizada ante más de mil
personas).
EL PROBLEMA DEL PODER
Un psicoanalista viene a hablar de analistas o analistas en
formación y en la Universidad viene a hablar de los universitarios.
Hay entre estas dos propuestas un clivaje, una contradicción o una
dialéctica.
No se puede hablar del psicoanálisis en la Universidad sin hacer
alusión a la situación del psicoanálisis en general, en especial al
inmenso poder que representa el psicoanálisis, un poder del cual da
testimonio la difusión cultural a incluso ideológica de sus conceptos.
Para bien o para mal el hombre ha sido cambiado por el psicoanálisis
hasta el punto que se puede hablar del "homo psicoanalítico". Pero el
poder del psicoanálisis no es solamente un poder cultural, es también
un poder concreto que se da por la conjunción y muy a menudo por
la complicidad entre los tres aspectos de la formación: enseñanza,
análisis personal (llamado didáctico) y formación teórico-práctica.
Desviaciones recientes, numerosas en todas las escuelas sin
excepción, no pueden dejarnos ignorar que esta marcha hacia el
poder fue inaugurada de inicio por Freud mismo. La palabra alemana
"bindung" es la formación en el sentido noble, pero es sintomático
que Freud hable frecuentemente de "ausbindung", lo que se puede
traducir un poco malignamente por "conformación". El habla a veces
de la formación más adecuada para los analistas o de la conformación
más adecuada para los analistas.
Mil hechos son conocidos, otros comienzan a serlo, las historias
personales de Freud progresan. Conocemos la mezcolanza incesante
con fines de poder del análisis, de la interpretación, del
adoctrinamiento, de consejos de lo más contrarios a la regla analítica.
Freud hacía, por ejemplo, análisis cortos, algunos de meses y a veces menos, conocemos una de las motivaciones que dio para ello: "Esto
me permite -decía Freud- tener más pacientes y por lo tanto ejercer
una influencia más amplía". Con el cálculo matemático ustedes
pueden muy fácilmente hacer la comparación con otros. Comparemos
seis meses de sesión de cincuenta minutos con sesenta meses de
sesiones de cinco minutos. En el primer caso el paciente no es
"tratado" pero desde el punto de vista de la influencia el resultado es
el mismo: tener diez veces más discípulos, diez veces más
propagadores de la fe.
Conocemos la voluntad hegemónica, política de Freud que viene a
coronar todo esto: fundación de una asociación tentacular, con este
secreto: exclusión y escisión.
Manejar el análisis de un extremo al otro lleva a la tentación
megalomaníaca que se le proponía a menudo a aquel que buscaba la
posición de poder. Esto no ha sido sino simplificado después de
Freud. La conjunción entre la enseñanza y la cura es continua, el
"clientelismo" es un mal crónico. Regularmente los grupos
psicoanalíticos parten a la conquista del mundo, una conquista que no
repara en utilizar todos los medios. Como en los tiempos de Freud
toda diferencia deviene herejía, toda herejía provoca la exclusión.
¿ANALISIS DIDACTICO?
En el centro de este problema de poder se sitúa la cuestión del
análisis personal. La exigencia de que todo analista tenga un análisis
personal es absolutamente justificada, sólo que es inaceptable la
elección de este análisis personal -bajo el nombre de análisis
didáctico- para obedecer a los fines de la institución psicoanalítica.
Distingamos entonces análisis bajo demanda y análisis por
encargo. Todo análisis comienza sobre una demanda, una demanda
en primera instancia utilitaria porque se sitúa en el campo de la
autoconservación o adaptación. Las demandas son muy diversas:
sensaciones y síntomas, cambios en la existencia o incluso la
demanda profesional de devenir analista. Todo análisis que sea digno
de este nombre no puede ser sino la puesta en cuestión de esta
demanda. En ese sentido todo análisis es un engaño en relación a la
demanda imaginaria y a la demanda adaptativa; el engaño del
síntoma, que por decirlo de alguna forma "pierde pie", pero también
en ese sentido engaño de la demanda profesional, profesionalista y
social de devenir analista.
Si todo análisis se produce necesariamente bajo demanda, en este
destino tan curioso de la demanda, el psicoanálisis bajo encargo es
un impedimento de inicio para el análisis. El encargo plantea un a
priori, una meta o una "representación-meta" como decía Freud, y se
convierte en algo mucho más difícil de poner en cuestión. El encargo
es exterior y proviene de un tercero.
Sabemos lo grave que es este problema en el psicoanálisis de niños
o de psicóticos; es el problema, también grave, de la terapéutica
cuando es controlada, patrocinada por una institución de seguridad
social.
He aquí el problema mayor del psicoanálisis llamado didáctico. Una
sociedad de analistas exige que uno le entregue un producto
terminado según sus propias normas, un producto controlado a
menudo en todos los estadios de la fabricación.
Yo no hablo más que de mi experiencia y de mi acción en Francia,
esta experiencia es doble: por una parte en la Asociación
Psicoanalítica de Francia (S.F.P.) y por la otra en la Universidad. En la
S.F.P. hemos suprimido totalmente el análisis didáctico y el título
mismo de didacta. El psicoanálisis personal se beneficia con una
extraterritorialidad absoluta, los candidatos no son examinados sino
después de su análisis y sin ningún prejuicio que concierna a su diván
de origen.
EL PSICOANALISIS EN LA UNIVERSIDAD Y LOS GRUPOS
PSICOANALITICOS
A posteriori podría considerar mi recorrido por la Universidad
(fundación de una instancia de investigación, enseñanza de la
investigación, creación de un doctorado de investigación en
psicoanálisis), como una suerte de contrapoder, de alternativa o
incluso de provocación en relación a la tentación hegemónica latente
en las sociedades de psicoanalistas.
Yo no hablo sino para Francia y en un momento dado. El doctorado
en psicoanálisis fue criticado en particular, en razón de su título se
decía que creaba una ambigüedad en relación a la práctica. Esto no
es así, la sola apertura profesional que propone es la apertura de
enseñanza y en ningún caso se abre sobre la práctica psicoanalítica.
Pero en esta crítica proveniente de las sociedades psicoanalíticas,
comprendida la mía, se puede percibir a menudo un elemento
proyectivo, la proyección de los propios deseos de ver la formación psicoanalítica oficializada, integrada al sistema social. Yo abro en esto
un paréntesis sobre la cuestión de saber si el psicoanálisis es incluso
una profesión. De todos modos, la Universidad tiene este valor
provocador que no otorga poder, es un lugar de discusión y
elaboración hecho de rigor, de libertad y de respeto. Las ideas no
devienen allí inmediatamente consignas clave para algo que se
asemeje a la política.
Esta suerte de apología de la Universidad no implica que los grupos
analíticos no tengan un rol específico mayor. El grupo psicoanalítico
da una garantía colectiva de la práctica, de la formación en el método
analítico y en la directiva de la transferencia. Un grupo analítico ideal
debería poder garantizar la "calidad" de sus miembros y su
"santidad". Esta santidad se encarna en lo que Freud llamaba la
"versagung", el rehusamiento de la adaptación, los consejos, la
manipulación y el saber impuesto. Por supuesto, hablo de la utopía,
porque este ideal es de hecho una revolución permanente. En cuanto
a la Universidad doy testimonio de una situación personal y de una
situación que puede cambiar. La Universidad es hoy un lugar
privilegiado para la investigación, un lugar de formación. Si ella está
aquí o allá conquistada por uno a otro grupo con una doctrina
psicoanalítica hegemónica, entonces la investigación analítica deberá
intentarse en otro lugar.
REALISMO DEL INCONCIENTE
Intentaré figurar, como yo digo, una cierta espiral, en la noción de
"realismo del inconciente" y correlativamente en la crítica del
estructuralismo freudiano y lacaniano. No puedo dar sino algunos
hitos. El primero es histórico, en lo que conocemos como el Coloquio
de Bonneval de 1969, donde presenté un trabajo redactado junto a
Serge Leclaire, en el cual yo realicé la parte teórica: "Sobre el
inconciente, un estudio psicoanalítico". La cuestión en el Coloquio
era: cuál es la realidad del inconciente. Freud habla a menudo de realidad psíquica, pero no llega nunca a definirla perfectamente, le falta
una categoría para pensarla en los dos extremos, la de la realidad
perceptiva por un lado, y la de la fantasía por el otro. De ahí lo que
ocurre en los más modernos pensadores de tendencias contrarias,
que desembocan en la negación de la realidad psíquica planteada por
Freud, pero no definida por él. Tenemos entonces la tendencia
femonenológica y la tendencia estructuralista.
El inconciente, dice la interpretación fenomenológica, es un
sentido, es un significado, su elucidación pasa por la antigua vía de la
hermenéutica. Podemos, bajo este rubro fenomenológico, ubicar a
Ricoeur, Politzer y actualmente, en los Estados Unidos, a Roy
Schaffer. En este tipo de interpretación se hace desaparecer la
presencia en un mismo acto -comportamiento o palabra- de dos
realidades en las nociones fundamentales del freudismo (conflicto,
síntoma, formación de compromiso).
En Freud son dos realidades las que están en juego, las que están
en lucha, en el síntoma y en el sueño; es decir: la realidad
preconciente-conciente de un lado y la realidad inconciente del otro.
En la formación del inconciente podemos hallar ambas tendencias:
aquella del yo y aquella de la pulsión inconciente. Esta pulsión
inconciente no es una vaga tendencia biológica y se concretiza en
representaciones precisas repetitivas, susceptibles de ser jalonadas
por el analista. Freud acerca esta realidad psíquica al fin de la
Interpretación de los sueños, en el momento en que es más conciente
de nuestros deseos remitidos a su expresión primera y más
verdadera. Pero él no dispone de más categorías que la realidad y la
fantasía.
LA TENTACION ESTRUCTURALISTA
Es aquí que interviene esta tentativa: la tentativa o la tentación
estructuralista. Para el estructuralismo esta realidad o tercera
realidad, este tercer dominio si queremos, es aquel de la estructura.
El estructuralismo en psicoanálisis no data de Lacan, data de Freud
mismo; en él podemos demostrar claramente su lugar al lado de otra
tendencia, lo vemos desarrollarse cada vez más a medida que la obra
freudiana avanza. En particular el Edipo y el Complejo de Castración
son concebidos como el nudo del inconciente, y son el modelo mismo
de estructura. Aquí aparece muy claramente la hipótesis de las
fantasías originarias; para Freud la estructura de la fantasía supera lo
individual: fantasía de seducción, de castración, de escena originaria,
impone las formas primordiales a la fantasía de cada uno. Hablo de
estructura superindividual en la medida en que Freud la remite a la
filogénesis, remitiendo la estructura a una realidad antigua, una
realidad prehistórica.
La forma lacaniana de estructuralismo está emparentada con la de
Freud pero implica diferencias importantes: remite la estructura universal no a la historia, a la diacronía, sino a la sincronía. Para
Freud lo superindividual es preindividual, es decir de lo originario
histórico; para Lacan, según su fórmula misma, lo superindividual es
del orden de lo transindividual y este transindividual remite a una
estructura sincrónica: la estructura de la comunicación y el lenguaje.
Es esto lo que él llama simbólico, que es un orden, una puesta en
orden donde los mandamientos últimos no son otra cosa que los
lugares de la palabra. Ustedes seguramente conocen bien su fórmula:
"el inconciente está estructurado como un lenguaje", fórmula a la
cual yo desde el comienzo me opuse. Es necesario entonces no
ignorar esto: el estructuralismo lacaniano encuentra su origen en
cierto estructuralismo freudiano. La castración, la primacía del falo, lo
que yo llamo una lógica fálica o una lógica binaria, están ya
ampliamente acentuados por Freud antes de ser asimilados en el
estructuralismo lacaniano a la estructuración binaria de toda
comunicación.
Pero felizmente Freud no es unívoco, esta falsa vía muestra
evidentemente vías colaterales que han sido descuidadas y que son
sin duda las buenas, aquellas vías que se le presentan a Freud mismo
en la experiencia clínica del inconciente. Recuerdo sus afirmaciones,
sin cesar renovadas, extraídas de la experiencia cotidiana de la cura:
"el inconciente no conoce la negación, dice sí por no y no por sí y
cuando dice sí o no sólo cuenta el contenido de lo que dice."Si no
conoce la negación: ¿cómo conocería entonces la castración que es el
modelo mismo de la negación? Otra fórmula de Freud también
extraída de la expericncia: "en el inconciente las emociones más
diversas, las emociones más opuestas, coexisten sin anularse ni
combinarse". Si las emociones más diversas no se combinan: ¿cómo
el inconciente podría conocer la estructura? y, en el fondo: ¿cómo el
inconciente podría conocer al Edipo como estructura?.
Contra Freud entonces hay que afirmar que ni la Castración
ni el Edipo son los nudos del inconciente. Contra Lacan hay
que afirmar que el inconciente no es lenguaje ni estructura.
Pero en Freud y en Lacan podemos encontrar también buenas
indicaciones. En Freud ese término absolutamente extraño de
"sachvorstellung", que no puede ser traducido si no de manera
ambigua, una ambigüedad que muestra un movimiento porque la
"sachvorstellung" es por una parte representación de cosa o de la
cosa pero por otra podemos comprenderla como representación cosa,
lo que nos indica que la representación deviene cosa en el momento mismo en que es reprimida, echada al inconciente; que deviene cosa
quiere decir que pierde relaciones con aquello que era lenguajero.
Entonces en Freud esta indicación de la representación cosa y en
Lacan la categoría de significante; subrayando por supuesto que no
fue Lacan quien inventó esta categoría, pero tuvo el gran mérito de
extraerla de Saussure y de Jakobson. El significante del inconciente
no es entonces lenguaje, son tanto significantes verbales como no
verbales pero han sufrido un extraño metabolismo. Lo esencial es que
cosa o palabra, han devenido representaciones cosa, han perdido su
intencionalidad, han devenido, como yo intenté formularlo,
signifï cantes designificados.
LA TEORIA DE LA SEDUCCION
La tercer categoría que falta en Freud no es entonces lo simbólico:
es el significante o el mensaje, lo que nos lleva a esta idea de que la
verdad del realismo del inconciente es la Teoría de la seducción en la
medida en que pone en primer plano y en el origen los mensajes del
otro. Esta prioridad del otro, que no es el Gran Otro ni el pequeño
otro, la encontramos en ciertas formulaciones de Freud, en la oposición
entre el otro, der andere, el otro persona, y das andere, la otra
cosa. La otra cosa, como la definió, es la alteridad absoluta en
nosotros del inconciente, lo que él habla en algunos textos sobre el
inconciente: el otro y nosotros.
La meta de la Teoría de la seducción es mostrar que esta "otra
cosa" extrae su origen de la "otra persona". De esta teoría las dos
categorías mayores son el significante enigmático, es decir el
mensaje del otro, y el objeto fuente. Los significantes enigmáticos
son esos mensajes del adulto, que son necesariamente impregnados
de inconciente en la relación al niño, mensajes que son implantados
pasivamente en el niño. El tiempo siguiente es el esfuerzo por
traducir esos mensajes, por simbolizarlos para domeñarlos. El
sedimento de este esfuerzo de traducción, ese resto no simbolizado,
designificado, es lo que yo llamo objeto fuente.
Nuestro motor, entonces, está en el otro, el motor de nuestra
existencia sexual está en el otro con estos dos aspectos: la otra
persona originaria, el otro adulto, por una parte, y por otra parte, la
otra cosa, que es la transposición de mensajes o su metabolito (el
resultado de la metabolización), fuente de la pulsión sexual en
nosotros.
Si el estructuralismo es una falsa vía en psicoanálisis, eso no
significa que no haya un lugar para reservarle a la estructura, en
particular a la estructura edípica y castratoria. Pero su lugar está en
lo secundario y no en lo primario o en lo originario. Así el miedo a la
castración, lejos de ser la última palabra de la angustia, es un modo
de elaboración y dominio de esta angustia. Del mismo modo el
Complejo de Edipo es una modalidad culturalmente variable que
permite estabilizar la relación al otro psíquico, es decir nuestra relación
al inconciente.
He sido tal vez un poco iconoclasta desalojando así al Complejo de
Castración y al Complejo de Edipo de la situación central, es esta la
ventaja de endurecer un poco los contornos y precisar mi
pensamiento. Gracias.
ALGUNAS PREGUNTAS
Rafael Paz: en primer lugar un agradecimiento al Doctor Laplanche
por sus palabras, cabría recordar aquí una frase de Ortega, que dijo
en una oportunidad que la claridad es la cortesía del filósofo y en
este sentido y en nuestro medio creo que tiene un valor de
mostración y un valor ejemplar importante.
Una primer pregunta para comenzar, y es: respecto de la
enseñanza del psicoanálisis en la Universidad, teniendo en cuenta que
los analistas no nos podemos sentir satisfechos por la sola apertura
intelectual a la problemática del inconciente, sino que la consumación
de esa experiencia intelectual lleva inexorablemente a una
interrogación respecto de la propia constitución subjetiva. ¿Cómo
evitar, en una transmisión universitaria, y en nuestro caso especial,
masiva, lo que podría ser un colosal efecto de seducción no
contenible en los marcos concretos de una experiencia analítica para
todos?
J.L.: Hablo evidentemente de una experiencia diferente de la que
se produce aquí, mi experiencia personal en la enseñanza es a nivel
de tesis de investigación. Sin embargo; no quiero escapar a su
pregunta, hay un efecto posible de seducción en la enseñanza y es un
punto de investigación central. La utilización de la transferencia en la
enseñanza es algo a denunciar fuertemente. Sin embargo, no
podemos contentarnos con lo que algunos analistas han dicho, y
Freud tal vez fue el primero: que no se puede hablar de psicoanálisis
con gente que no es analista. El análisis tiene un efecto en nuestra civilización moderna, en la vida de un hombre moderno es algo que
está a menudo en el horizonte de su existencia, incluso si él no está
en análisis en ese momento. Pienso entonces, que hay una especie
de terrorismo, de Freud en particular, al decir que usted no puede
hablar de psicoanálisis en tanto que usted no está en el diván.
Estudiante: Viendo que en la Argentina la hegemonía psicoanalítica
es lacaniana y que de usted, Doctor Laplanche, quizás conozcamos
un 10% de su producción. Esta hegemonía ¿tiene que ver con un
efecto de fascinación o es un paradigma ineludible?.
J.L.: Desgraciadamente yo no me siento como una víctima del
hegemonismo lacaniano y hasta el presente no ocurre así con mis
ideas. Para ser un poco más serio yo conozco muy bien a Lacan,
permanecí amigo de él hasta sus últimos días y tengo mucho respeto
por una cantidad de cosas que él ha dicho, pero también es cierto
que, teniendo muchos amigos entre los lacanianos no diría lo mismo
de todo el lacanismo.
Estudiante: Al pensar al Edipo como una modalidad con características
culturales, ¿está postulando que existen otras maneras
posibles de articulación de la Castración con el Edipo?
J.L.: Yo pienso que el unitarismo de la teoría del Edipo debe ser
revisado; hay distintos tipos de estructuración de la relación parental,
como los etnólogos lo muestran y pienso que en el desarrollo
estructuralista hay cosas que hay que retomar, que han sido
expulsadas demasiado rápidamente por los psicoanalistas.
Justamente, por el primado de Freud y el lugar que él le ha otorgado
al falo y al padre como pivote del Edipo. Por otra parte, aun sin hacer
ciencia ficción, uno está obligado a interrogarse sobre las nuevas
formas que están surgiendo en la relación adulto-niño y qué ocurrirá
con la constitución del sujeto humano en una sociedad en que la
familia pueda haber desaparecido totalmente.
Estudiante: Usted vuelve al Freud de la teoría traumática. ¿Cómo
hace entonces para dar cuenta de la constitución de un sujeto
neurótico, psicótico o perverso dejando de lado al Edipo y al Complejo
de Castración?
J.L.: No dejo de ningún modo de lado el Edipo ni el Complejo de
Castración. Les doy una posición diferente en el funcionamiento del
sujeto humano. Una función del lado de la elaboración y no una
función del lado de lo primario. Sin embargo, esto no quiere decir que
no sean importantes, yo no digo que el papel secundario sea por segundo lugar, sino secundario en el sentido de elaborativo, son
estructuras elaborativas.
S. Bleichmar: Secundario porque hablamos de la constitución del
inconciente. Nos ha dicho: hay un primer tiempo de instauración de
la pulsión, y la pulsión en su instauración se arranca de todo
biologismo, sobre la base del otro y del objeto fuente que se
constituye en el intercambio significante. Secundario quiere decir que
hay una elaboración secundaria, a posterior¡ , de todo esto y eso no
quiere decir que las instancias que Freud mismo llamó secundarias no
sean efecto del Edipo y de la Castración y, por supuesto, de la
identificación yoica.
Estudiante: Cuando dijo que la relación transferencia-enseñanza
era algo a denunciar, ¿en qué sentido pensaba usted esta relación?
J.L.: Pienso que uno de los escollos fundamentales de los analistas
es mezclar la función de "enseñante" con la de analista. Es increíble
cómo esta mezcolanza está extendida. Y como yo lo decía, existen los
mejores ejemplos de esto después de Freud y después de Lacan y no
sólo del lado de los lacanianos. Evidentemente la tentación de hacer
pasar las ideas a través del tratamiento psicoanalítico o incluso
reclutar pacientes entre los estudiantes es algo que se ve por
todos lados y es escandaloso.
Bueno, yo quisiera agradecerles a todos, podemos discutir aun más
ampliamente, quiero agradecer la gran atención que me han
demostrado y el gran interés de las múltiples cuestiones que ustedes
me han planteado. Les deseo a todos el mayor éxito en su trabajo y
en su investigación.